El año 2021 fue pésimo para el tejido empresarial coruñés. Según datos del Instituto Galego de Estatística (IGE), se dieron de alta 1.619 empresas y hubo un total de 2.118 bajas, lo que supone un saldo negativo de 499 empresas, la peor cifra desde que el IGE contabiliza datos. O, lo que es lo mismo, la peor cifra de este siglo.
Ni la crisis del 2008 y sus años posteriores. Ni el COVID. Nunca se destruyeron tantas empresas en A Coruña como en 2021. De hecho, el crecimiento en las últimas décadas ha sido prácticamente constante, con 2017 y 2020 – el primero de la pandemia -, como únicas excepciones.
Los motivos de esta delicada situación son múltiples y variados. Algunos que escapan al control de las administraciones, como toda la crisis derivada de la guerra en Ucrania, pero para otros quizá hubiera una salida con la colaboración correcta.
Desde la la asociación de empresarios ASCEGA claman contra cambios que animen a la gente a emprender. Apuntan que los empresarios están desmoralizados y señalan el motivo clave la alta fiscalidad que, a su entender, destruye empleos. Consideran que la gente no quiere arriesgarse a abrir nuevos negocios e incluso los pequeños comerciantes se ven obligados a cerrar por las continuas trabas.
Ese sentimiento también es compartido en parte por la Confederación de empresarios, que de todas formas se muestra más optimista, tal y como señalan en La Opinión. Aseguran que A Coruña tiene mucho potencial y es una provincia con gran fortaleza económica, pero reconocen que se echan en falta medidas de apoyo tanto a las empresas como a los trabajadores.